FOTO: Vanessa Flores


SOBRE LOS DISCURSOS VACIOS DEL FEMINISMO EN EL 8M

Cada año más mujeres, adolescentes y niñas se unen a las manifestaciones, conmemoraciones y discusiones en torno al 8 de marzo; en el marco de esta fecha se organizan conversatorios, eventos artísticos y un sinfín de formas de expresión que buscan honrar la memoria de las mujeres que han y siguen luchando en contra de la opresión. Sin embargo, así como ha ocurrido con otros movimientos de liberación, existe una fuerte intrusión del capitalismo en estos espacios, convirtiendo un esfuerzo de liberación en una oportunidad para vender mercancía sin significado

El feminismo dentro del capitalismo

En este contexto, el feminismo se formula en clave neoliberal, donde el “girl power” es la herramienta de esfuerzo individual femenino que hará que cada una “salga adelante”. Bajo esta lógica, la clave reside en el “empoderamiento”, es decir, llegar a un nivel socioeconómico alto que nos permitirá vivir en bienestar a partir de las herramientas financieras del sistema (¿Les suena “las mujeres ya no lloran, las mujeres facturan”?).

De esta manera, el feminismo puede dejar de ser incómodo e incluso ser útil para el sistema capitalista. Si algunas mujeres logran ser CEO de alguna empresa o volverse billonarias, eso significa que es una posibilidad para todas las mujeres, y que si todas las mujeres no han podido llegar a estos niveles de ingresos es sencillamente por falta de esfuerzo.

Los medios de comunicación replican estos discursos resaltando el trabajo de mujeres empresarias con características muy específicas; no se resalta el trabajo de una colectiva en la que todas las trabajadoras reparten las ganancias del producto o servicio que ofrecen, sino a la mujer individual “emprendedora”, que dirige a la compañía y contrata empleadxs. Aunque técnicamente se trata de un feminismo inclusivo, la pregunta fundamental que debemos hacernos es: ¿en qué espacios quiero ser incluida? ¿Qué dinámicas quiero tener el poder de replicar?

Asimismo, también es importante preguntarnos por la “respetabilidad” por la que abogan ciertas facetas feministas en las que las apariencias parecen ser más importantes que la sustancia de la lucha.

Con esto, me refiero a las corrientes dentro del feminismo que se enorgullecen de “no rayar paredes” o de “no vestirse mal” y que para ser tomadas en serio debemos movernos únicamente dentro de los parámetros establecidos y “darnos a respetar”.

Estas ideas también están relacionadas con lógicas capitalistas neoliberales porque una vez más ponen la responsabilidad en la persona individual en lugar del sistema que oprime y restringe. Por ende, en estos espacios es que se crean las expresiones motivacionales que se convierten en camisetas creadas en masa para vender como “feministas” en tiendas departamentales, vaciando de significado las luchas antipartiarcales para convertirlas en un producto atractivo con supuesta conciencia social.

Fotografía por Vanessa Flores.

Cuando el feminismo “está de moda”

Un ejemplo de esta perspectiva es la presencia en redes sociales de la empresaria e influencer, Martha Debayle; conocida por ser protagonista de memes por sus consejos de etiqueta, hospitalidad, moda y belleza. Este año invitó a sus seguidoras en Instagram a unirse a la campaña “Basta una mujer”, en la que comparte un discurso romántico sobre “creer en otras mujeres”, animarse a fracasar para “llegar al éxito” y que “el triunfo de una es el triunfo de todas”. No habla acerca de la violencia doméstica, de la explotación laboral o de alguna otra forma de opresión que afectan a las mujeres en México.

Su atención se centra únicamente en el reivindicación individual y el “echeleganismo” de la supuesta sororidad. Este discurso es importante en el caso de Martha Debayle porque su historia personal explica el carácter superficial de su contenido. El origen del estatus socioeconómico de Debayle no puede separarse del legado de su tío Anastasio Somoza Debayle, dictador de Nicaragua durante la década de los setentas. Es precisamente por la violencia y el despojo llevados a cabo por sus antepasados recientes que ella tuvo el capital para crear las relaciones que definieron su carrera así como los negocios que dirige hoy día.

El discurso vacío que predica la empresaria es necesario porque le permite centrar la discusión en el glamour, los modales y en otros ideales domésticos propios de la feminidad blanca. Lo que no vemos, es la explotación laboral de otras mujeres que debe llevarse a cabo para lograr estos ideales. Que es insostenible tener una marca de “loungewear” sin explotar a las mujeres que trabajan en la maquila de estas prendas, que es imposible ser así de glamurosa y ser una anfitriona de etiqueta impecable sin emplear a trabajadoras domésticas sin condiciones laborales dignas, y sobre todo, que para que unas pocas puedan llegar a vivir una vida como Martha Debayle, muchas, muchas mujeres vivirán precarizadas. 

Por ello, es importante no perder de vista que el 8 de marzo no es una “celebración de todas las mujeres”, en la que vemos como logro colectivo la acumulación de riqueza de forma desmedida, ni una oportunidad para reivindicar la importancia del esfuerzo individual para “superar” las barreras institucionales.

Debemos ir más allá de pensar en el feminismo como una identidad de moda que sirve para crear contenido en redes sociales, es más que comprar la camiseta de “girl power”. No se trata de comprar productos de una compañía dirigida por mujeres, si esas ganancias no se reparten de manera justa entre quienes trabajaron para producirlos.

Esto no significa que las mujeres que venden pañoletas que ellas mismas bordan o las que ofrecen comida para la marcha son capitalistas; el problema son las grandes compañías que explotan a las mujeres a las que emplean todo el año y que entienden el feminismo como una identidad de moda que les ayudará a vender un par de zapatos o maquillaje.

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 El 8 de marzo es una oportunidad para reapropiar el significado de los movimientos feministas y antipatrarcales. En lugar de celebrar que una mujer pueda llegar a las cúspides de poder en las estructuras socioeconómicas imperantes, ¿por qué no imaginar un sistema económico que no dependa de la explotación de las mujeres para florecer?


  • TEXTO: Jumko Ogata

Fecha de Publicación:
Viernes 24/03 2023