Imagen: Maker{Future}


REPENSAR LOS AMBIENTES INFANTILES ES REPENSAR TAMBIÉN LOS CONCEPTOS QUE CARGAMOS COMO ADULTOS.

Los ambientes educativos son más que las paredes y el mobiliario escolar, son experiencias que van más allá de lo espacial y lo tangible. Las intenciones definen el espacio, y muchas de esas intenciones pasan desapercibidas hasta que se hace una pausa, y se observa. El mundo adulto concibe esta pausa como una pérdida, pero la mirada infantil la utiliza como una oportunidad para observar y descubrir. Reflexionar sobre lo observado requiere tiempo. Pero detenerse es una inversión hacia la mejora, aunque esto sea difícil de creer entre tanto movimiento. 

El ambiente habla, y ellos escuchan

Antes de observar el entorno es importante mirar hacia adentro. Esta exploración introspectiva ayuda a reconocer los conceptos que imponemos como adultos. Los estereotipos que adoptamos sobre las infancias, y todo lo referente a ellas, definen lo que les ofrecemos para su aprendizaje y desarrollo.

Una mirada adultocéntrica que subestima lo infantil genera experiencias educativas con mensajes duros y limitantes. El espacio que las contiene dice lo que es y no es posible hacer como niños y niñas en un mundo preconfigurado. Estos mensajes son así de claros: “solo la persona adulta es capaz de decidir”, “solo el adulto cuenta con información valiosa”, “tu trabajo es escuchar, y adoptar”. 

Para los ambientes educativos como las escuelas infantiles de Reggio Emilia, en Italia, el ambiente responde a necesidades concretas, a objetivos éticos y pedagógicos que son sensibles con los lenguajes infantiles. Cada propuesta viene de la observación y documentación cuidadosa de la vida en la escuela. Además, mantienen una crítica a toda suposición adulta después de observar. Desde esta filosofía, el ambiente es un tercer maestro y un aliado, potenciador de relaciones, preguntas, y descubrimientos:  

El cuidado que ponemos al diseñar ambientes y el que ponemos también cuando los ocupamos se derivan de la imagen del niño (y de la humanidad) […] Debemos evaluar en la vida cotidiana qué permiten o prohíben esos ambientes, qué estimulan o censuran, cuánto educan las formas de ver, la exploración y la sensibilidad.” (Vecchi, 2013, p.152) 

El espacio, y todo lo que conforma un ambiente, es transmisor de información y conocimiento. Por tanto, el cuidado y la atención al detalle son una manera de honrar y dignificar a quienes lo habitan. La crítica de los conceptos que imponemos, y que se cuelan en lo que ofrecemos espacial y educativamente, es una oportunidad para comunicar nuevos mensajes.

La tecnología como aliada en la (de)construcción de los ambientes educativos para las infancias

La tecnología nos acompaña desde hace tiempo. Sin embargo, en los ambientes educativos para las infancias, se ha utilizado tímidamente. Según el Diccionario del Español de México, tecnología es el conjunto de conceptos o dispositivos encargados de realizar operaciones complejas más allá del cuerpo humano. No hay que acudir a la más alta tecnología para arrastrarla forzadamente a las aulas o los espacios infantiles.

Basta, primeramente, con reflexionar sobre las herramientas que llevamos al espacio educativo hoy, y las personas que tienen permitido usarlas. La inserción de la tecnología en los proyectos pedagógicos debe potenciar lo que creemos: que las infancias son capaces de explorar, iterar, plantear, y construir. Lo que necesitan son medios, herramientas y dispositivos que les permitan proyectar y potenciar aquello que desean investigar y comunicar.

En 1971 Simon Nicholson publicó en la revista Landscape Architecture el artículo “The Theory of Loose Parts: How not to Cheat Children”. El texto se reeditó para Open University en 1972. Priscilla Vela, en su traducción al castellano, lo nombra: “Cómo no engañar a los niños: La teoría de piezas sueltas”. Cincuenta años después, la lucha contra la limitación creativa sigue en pie, principalmente para los niños y las niñas. 

La teoría dice así:

“En cualquier entorno, tanto el grado de inventiva y creatividad como la posibilidad de descubrimiento, son directamente proporcionales al número y tipo de variables que haya”

Simon Nicholson

STEM y los espacios maker

De la educación STEM (Science, Technology, Engineering y Mathematics),  se desprenden los espacios “maker”. Estos espacios son laboratorios para la inventiva llenos de herramientas y materiales para la experimentación tecnologica y creativa, comunes entre profesionales del diseño o tecnología. Hoy, el concepto comienza a ganar terreno en espacios para niños, niñas, y adolescentes. Recientemente, el acrónimo evolucionó a STEAM (Science, Technology, Engineering, Arts, Mathematics).

La inclusión de los lenguajes artísticos abre paso a nuevos materiales, medios, y discusiones sobre el aprendizaje en etapas infantiles. La mirada adulta que separa todo en compartimentos rígidos siempre es la más difícil de convencer, pero en esta danza de lenguajes son los niños y las niñas quienes entran con más naturalidad.

Imagen: Reggio Children vía Cadwell Collaborative

El Atelier como uno de los ambientes educativos

Los talleres de las escuelas italianas en Reggio Emilia, también llamados atelieres, son otro ejemplo de que las herramientas en las manos infantiles son poderosas. El atelier como experiencia dentro del espacio educativo es una apuesta por la inclusión de otras disciplinas en el campo de la educación. El taller es orquestado por un atelierista: “un educador especializado a no estar especializado”, diría Loris Malaguzzi. En realidad, son profesionales de las artes, encargadas de sensibilizar sobre los lenguajes de los niños y las niñas, velando por su respeto y estimulación. 

Ejemplos como los anteriores son esperanzadores, y poco a poco se abren camino en la discusión educativa. Lo que hay detrás de estas propuestas son invitaciones a la contextualización y a la crítica, pero sobre todo, a la inclusión. Invitan a incorporar todos los lenguajes y todas las herramientas posibles que los amplien. La tecnología es una de esas herramientas, y su adopción en lo educativo parte de aquello que pensamos sobre las infancias y su potencial. 

Para los adultos, los lenguajes expresivos van enlazados a las distintas disciplinas de trabajo, pero para los niños y niñas hay más de cien maneras de expresarse. Por eso, repensar los ambientes infantiles es repensar también los conceptos que cargamos como adultos. Hablar del ambiente como un tercer educador es concebir al niño o niña como otro maestro. Quienes acompañanamos el aprendizaje somos capaces de seguir aprendiendo, pero hay que detenernos a observar y escuchar.


Fecha de Publicación:
Lunes 04/07 2022