SOBRE LOS ALCANCES DE COMPARTIR Y GENERAR CONOCIMIENTO DE MANERA HORIZONTAL Y COLECTIVA EN EL ÁMBITO EDUCATIVO.
Una de las grandes inquietudes entre lxs estudiantes con quienes he compartido, es cómo transitar del aula al campo profesional durante su vida universitaria. Cómo ir de la simulación a su aplicación en la enseñanza del diseño. Nada de clientes ficticios o soluciones a problemáticas que se quedan en un registro de bitácora o en la presentación final del semestre. No es fácil, yo también he replicado este modelo por diferentes cuestiones, principalmente por el tiempo. ¿Cómo acoplarnos a los tiempos que la academia nos exige? ¿Es posible propiciar aprendizaje significativo en dos, cuatro o seis meses?
Uno de los retos más grandes en la educación de diseño a nivel licenciatura es evitar, en la medida de lo posible, las simulaciones. Y por ello, retomo a Adriana Guzmán y Julieta Paredes que desde el feminismo comunitario cuestionan a lo que ellas llaman: pretensiones teórico académicas.
Afirman que la relevancia del feminismo comunitario es precisamente porque nace de prácticas sociales y en ellas, es donde se genera el conocimiento útil. Lo nombran como «pensamiento acción», es decir, creen en las utopías que se hacen aquí y ahora. Dejan de creer en propuestas que no se conviertan en una realidad en el presente.
Si partimos de la premisa de la academia, en específico del diseño, que es «preparar» al alumnado para después convertirse en profesionales; ¿qué sucede si dentro de este entorno de simulación te alejas de lo que sucede a tu alrededor? Y sobre todo, ¿qué sucede si lo que compartes ahora en el aula deja de ser vigente dentro de un año o cuando se graduen? También hablo desde las asignaturas y campos de estudios que no requieren enseñar conocimientos técnicos o especializados, más bien, aquellos que fomenten el cuestionamiento o el análisis. Regreso al feminismo comunitario, principalmente cuando se aborda como una teoría social. ¿Qué es una teoría social?:
«Una teoría social es: buscar la causa de los problemas sociales que nos interesa resolver, diseñar un camino de cómo solucionarlos y hacer una propuesta de sociedad donde estos problemas, no vuelvan a repetirse»
¿Les suena? Parece ser una definición que hemos visto a través del abordaje de Víctor Papanek o Ezio Manzini, y en este sentido, me gusta mucho pensar en el diseño como una teoría social, aquello que nos permite accionar. Transitar de la denominación de estatus: es una pieza «de diseño» a la acción: diseñar o más bien, «co-diseñar» y no precisamente por quienes son diseñadorxs avaladxs por una institución. Muchxs podrían decir ¿y entonces para qué estudio? Porque es en la academia donde se ha podido definir y redefinir el diseño. El reto precisamente es cómo pasar de la teoría a la práctica.
Para mi una manera de verlo y aprender al respecto ha sido con Fermenta, una colectiva estudiantil que surgió en mi materia el año pasado y que actualmente se transforma en un proyecto en el que las estudiantes propician espacios de aprendizaje con otrxs, se organizan e intentan eficientar procesos de gestión y colaboración. No ha sido sencillo y no hay un manual para ello. Por supuesto hay otros factores por considerar, por ejemplo, cuando las condiciones e infraestructura entre una institución privada y una pública marcan evidentes diferencias y posibilidades en sus dinámicas de trabajo. En el caso de Fermenta, el soporte y seguimiento de la institución ha sido clave en esto.
Durante la planeación para impartir su primer taller con Carla Faesler como instructora invitada en Centro, la jerarquía entre yo como docente, y ellas como alumnas se desvaneció, y lo que sucedió en un comienzo fue construir en horizontalidad y donde posteriormente ni fue necesaria mi intervención.
Es entonces que se vuelve evidente la arbitrariedad de los tiempos curriculares. El aprendizaje significativo sucedió después de haber concluido la materia. Qué pasaría si se dejara de pensar que nuestra labor como docentes termina el día en que se realizan las entregas finales del semestre. También estoy consciente que del lado de la docencia esto no es sostenible si no se procuran mejores condiciones para llevarlo a cabo.
No quiero romantizar, el trabajo para la construcción de esto tampoco ha sido distribuido de manera equitativa entre la colectiva, es otro de los retos del trabajo en equipo donde no hay otra manera de aprender, negociar y llegar a acuerdos más que haciéndolos; para mi una de las vías para que la diseñadora y el diseñador dejen de pensar en el yoismo.
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