El microfonazo de Cardi B y lo que no nos gusta de los conciertos

Durante la pandemia del Covid-19 asistir a eventos masivos como un concierto fue concebido como un grave pecado social. Por supuesto, en más de dos años confinados, las ansias de ver a nuestros artistas favoritos se acumularon. Cuando fue prudente regresar, los recintos estaban abarrotados y algunos de nuestros comportamientos más bajos volvieron a salir a la luz y no sólo eso, sino que se potenciaron. 

Hoy en día no es raro encontrar videos viralizados sobre artistas que reaccionan a fanáticos en sus conciertos. Por el escenario vuelan celulares,  peluches del Dr. Simi, ropa interior, cerveza (si tienes suerte de que no sea orina). La protagonista del último suceso de este estilo fue Cardi B, quien no pudo contenerse y le lanzó un micrófono a una mujer que le arrojó una bebida. Algunxs se han pronunciado en contra de estos actos, como Adele, quien pidió que no le avienten nada, ni a ningunx de sus colegas. ¿Estamos orillando a lxs artistas a estos comportamientos?

Parece inofensivo pero ¿lo es?

Aunque el caso de Cardi B pasó en Estados Unidos, México no se queda atrás con esta cultura.  Por ejemplo, Natanael Cano tuvo que esquivar un celular que volaba directo a su cara. Incluso el polémico peluche del Dr Simi llegó hasta Canadá gracias a fans mexicanos y sólo consiguió golpear en la cara a Lady Gaga. Y aunque el juguete parece inofensivo, en el concierto de Rammstein en México, tuvieron que ser prohibidos. El show de la banda incluía juegos pirotécnicos que podían incendiarlo y causar un accidente. Así que podemos preguntarnos ¿esto es fanatismo o mera imprudencia?

No debemos olvidar que nuestras bandas y cantantes favoritos también son personas. Además pareciera que la demás gente se vuelve invisible para lxs incitadorxs de estos actos, pues ante una agresión los artistas pueden parar el show.  Aunado a esto, recordemos que los boletos no son baratos, por ejemplo, para pagar un acceso al Corona Capital se requieren 61 días de trabajo con el salario mínimo. Entonces ¿Por qué arruinar esta experiencia? ¿Será que no estamos preparados para una cultura de los conciertos sin pormenores?