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CONOCE LA HISTORIA DE UNO DE LOS MILES DE MIGRANTES QUE ARRIESGAN SU VIDA DIARIAMENTE

Desde que tiene memoria y siendo el tercero de seis hermanos, Alberto presenció la precariedad, la injusticia y lo que él cataloga como una total irresponsabilidad por parte de sus padres, quienes tuvieron más hijos de los que podían mantener y educar. Estas y más situaciones lo llevaron a convertirse en un migrante más.

Alberto creció en San Lorenzo Sayula en el estado de Hidalgo, sitio que selló su destino. Desde muy pequeño tuvo que abandonar los juegos y la inocencia infantil para sustituirlos con el trabajo y la sobrevivencia. Sin embargo, las opciones laborales distaban de ser justas y variadas. La población se dividía entre las plazas que la extinta Luz y Fuerza del Centro otorgaba, la agricultura, la ganadería y la migración.

Fue así que en 1980 pese a haber empezado una relación con Juana, su vecina de la que había estado enamorado toda su vida, decidió junto a su hermano abandonar el hogar e ir a buscar una vida un poco mejor a Estados Unidos.

Podía primero haber intentado en la capital, pero ya me habían encandilado. Además, teniendo tan poco, con cualquier cosita te apantallas y eso fue lo que me pasó. Veía como algunos regresaban con sus dólares, se ponían un negocio. De plano otros se quedaban por allá y le mandaban un dinero a sus familias, ya con eso se echaban la mano. Así, ser migrante no sonaba tan mal.

Precisamente en este año, México entró en una crisis económica que impactó de manera significativa en los entramados sociales. Según el Instituto de Política Migratoria en esta década la presencia de inmigrantes mexicanos en Estados Unidos aumentó, posicionándose como el grupo más grande.

Foto por Sujeeth Potla vía Unsplash.

Aunque dicen que el verdadero amor soporta todo, Alberto y Juana no estaban dispuestos a mantener una relación a distancia en una época en la que no tenían más que cartas y llamadas intermitentes. Por ello, después del adiós se dispusieron a olvidarse.

Días después, los hermanos emprendieron el viaje, cruzaron por el desierto y las desgracias comenzaron. En el tortuoso sendero, Alberto perdió a su hermano, quien presa del cansancio, la deshidratación y demás factores que ni siquiera desea recordar le pidió a su compañero de vida que se mantuviera fuerte. Según datos de La Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la frontera entre Estados Unidos y México es una de las rutas más peligrosas del mundo. Tan sólo en 2022 cobró la vida de 686 personas. Tomando en cuenta que no todos los cuerpos son rescatados ¿Serán estas las cifras definitivas?

Foto por Eduardo Verdugo.

Entre expectativas y espejismos

Al verse solo, en un país desconocido, Alberto se unió a un grupo de migrantes que se dirigían a Chicago. Esperaba una vida totalmente diferente. Para empezar, se visualizó junto a su hermano dejando de lado las carencias que siempre los habían atormentado. Pero estaba parado frente a la realidad y sin saber dónde empezar.

Yo pensaba que iba a llegar y luego luego iba a encontrar trabajo para mandar y tener dinero, pero me tardé y hasta el nombre me tuve que cambiar.

Posteriormente, gracias a sus nuevos compañeros pudo conseguir trabajo. Se trataba de un puesto como mesero en un restaurante de la calle Taylor. Debido a la naturaleza de este empleo, dominó rápidamente el vocabulario de la cocina. En sugerencia de sus jefes, resguardo su nombre sólo para ocasiones especiales y comenzó a llamarse Jimy.

Una vez establecido en un pequeño departamento con otros 6 migrantes, el momento de comunicar a su familia las novedades llegó. La carta era el único medio de comunicación que podía emplear, en parte lo agradeció porque se consideraba incapaz de manejar la situación de viva voz. Dicho texto fue escrito más de 5 veces. En la primera versión describió detalladamente el viaje y la manera en la que su hermano murió. En otra de ellas aseguraba que después de tanto tiempo sin noticias debían alegrarse de que por lo menos uno estuviera vivo. Después de unos días las palabras correctas llegaron a su pluma y las escribió detrás de una postal de la ciudad.

Los días posteriores al envío fueron largos y llenos de desesperación. Se imaginaba el dolor que sus palabras estaban causando. Cuando la respuesta llegó definitivamente no era lo que esperaba. No se trataba de una carta de su familia, sino de Juana, quien le informaba que estaba embarazada.

Me emocioné, sí. Pero también fue muy duro, por una parte había dejado a mi hermano muerto en el desierto y por otra venía una criatura que no tenía la culpa de nada. Sólo pensaba ¿Y ahora?

El regreso del migrante

A la distancia trató de hacerse cargo de algunos gastos. Algunas personas le aconsejaban a Juana que buscara a alguien más, que se casara e hiciera como que el bebé era de ese matrimonio. Pese a los comentarios y actitudes machistas que ella tuvo que aguantar, lo espero. Nueve meses después tuvieron una hija, a la cual Alberto no vio nacer y se perdió los primeros cinco años de su vida.

Pensar en su infancia hizo que Alberto se decidiera a regresar a México, ya había ahorrado y tenía la meta de abrir un negocio que le otorgara un patrimonio a largo plazo. Con la misma facilidad que nació su alter ego “Jimy”, lo enterró en las calles de Chicago y se dispuso a volver.

Foto por Waldemar vía Unsplash.

El viaje de regreso no fue mejor, tuvo días agotadores y llenos de paranoia, pues en una maleta transportaba el trabajo de años. Cuando llegó a México dio un respiro. Sin embargo, la pesadilla no había terminado, pues a punto de llegar al ansiado hogar, fue asaltado, por lo que el sacrificio de 5 años, fue en vano.

Creí que ya todo había pasado, estaba ilusionado, traía en una maleta nuestra vida nueva. Muchos pensaron que me había inventado todo y me daba coraje porque ahora sí que sólo Dios y yo sabíamos. Me preguntaba ¿qué no saben en dónde estamos? Hablar desde tu casita, con tus cosas y aunque sea un taco con sal era muy fácil.

La historia de la migración de Alberto no terminó aquí. Después de casarse con Juana y darle su apellido a su pequeña hija, la nueva familia tomó sus maletas y se dirigió a la Ciudad de México. Ambos consiguieron trabajos, no tuvieron más hijxs, pues esta vez ambos sabían que era inviable.

El tiempo transcurrió y aunque su vida mejoró gradualmente, los recuerdos de esos años como migrante todavía lo atormentan. Se fue pensando que no tenía nada que perder y regresó sabiendo que esta afirmación no es constante, ni para todxs.

Foto por Sébastien Goldberg vía Unsplash.

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Esta es sólo una de las muchas historias donde el sacrificio y los sueños rotos son los protagonistas. El Pew Research Center, estima que hoy en día 10.5 millones de mexicanos indocumentados residen en Estados Unidos. Conocer la historia de Alberto nos invita a reflexionar sobre la realidad a la que todas estas personas tuvieron y tienen que enfrentarse, lo que los orilla a querer arriesgar la vida. Estas narrativas son testimonios del coraje y la búsqueda incansable de un futuro mejor.


  • TEXTO: María Fernanda Carmona

Fecha de Publicación:
Sábado 23/09 2023