LA COFUNDADORA DE MERAKI MÉXICO E INVESTIGADORA EN FUTUROS, NOS PLANTEA EL PORVENIR DEL PERIODISMO DE NOTA DURA DE ACUERDO A LAS TENDENCIAS, COMPORTAMIENTOS SOCIALES Y DATOS ACTUALES

La información da forma a nuestro mundo. Ayuda a tomar decisiones, a entender problemáticas complejas, forja criterio, permite que nos sintamos seguros o inseguros, sobre todo deriva en acciones y cambia el futuro.

Si es tan importante ¿por qué cada vez es más complicado ser periodista? Tal vez podamos empezar a contestar la pregunta con datos de cómo se ha transformado la audiencia: únicamente el 23% de los consumidores de noticias tienen entre 25-34 años, el porcentaje recae en audiencias más jóvenes, de acuerdo a la última encuesta de Reuters Institute. 

Por otro lado, hoy es un reto innovar desde el ejercicio de la profesión, cuando se trata de seguir el modelo informativo y económico de siempre. Quienes se encargan de contar la información viven en el minuto a minuto, las breaking news y la noticia siguiente; difícilmente se ponen a pensar qué les depara ese futuro que implícitamente están ayudando a construir.

En los medios hay múltiples conversaciones sobre cómo sortear la crisis económica, de seguridad, pero sobre todo de interés en las audiencias para recibir información de “nota dura” en un entorno donde el tiempo es limitado y la contienda por la atención tiene numerosos competidores.

Se habla mucho de los futuros de los medios y muy poco de las posibilidades de la profesión, por eso les invito a explorar no sólo las tendencias sino las principales fuerzas de cambio que definirán los futuros de los periodistas de “nota dura” de nuestro país los próximos 15 años. 

Por “nota dura” hay que entender a las fuentes periodísticas encargadas de cubrir breaking news, política, economía/finanzas, internacionales, tecnología y coyuntura local, a diferencia de las noticias culturales, de entretenimiento, estilo de vida, gadgets, turismo y lujo, que responden a una dinámica informativa distinta.

En la división tradicional ellos serían los encargados de contar “lo relevante”, lo cierto es que hoy son los que arriesgan la vida por contar historias, mismas que las audiencias más jóvenes tratan de evitar para sortear la ansiedad.

Tendencias

1) Monetización mata visión

Al entrevistar a una editora de breaking news para una agencia internacional, un sociólogo que analiza datos y escribe para un prestigiado medio hispanohablante, un directivo de un diario nacional, encargado de su proceso de transformación, y una editora de uno de los medios nativos digitales con mayor reconocimiento, se corroboró que existe una barrera para poder visualizar un futuro preferible desde la profesión. 

En sus palabras el reto de la monetización es el más importante, seguido por entender al algoritmo pues existe un peso específico de cumplir con lo que requieren los algoritmos para incrementar el tráfico.

2) Mismo modelo para competir en nuevas carreras

Los directivos de los medios están concentrados en un modelo estancado y la información compite directamente no sólo entre pares, sino con plataformas digitales de streaming y redes sociales tanto de audio como de video.

Por otro lado, los recortes presupuestales impactan las condiciones laborales de quienes salen a conseguir la información todos los días y el dinero se va a consultores internacionales que ofrecen soluciones genéricas que solucionan muy poco. 

En paralelo la distancia con la audiencia presente y futura se hace cada vez más grande. Si no me creen, ¿cuándo fue la última vez que escucharon a un pre-teen hablar de lo que pasa en México o el mundo? Ahí está su primera señal de futuro.

3) Crisis de múltiples cabezas

No es el mejor momento para ser periodista en México, al igual que en el resto del mundo, el oficio está pasando por una crisis profundizada por el desgaste de la cobertura a la pandemia de COVID-19 , el impacto de la infodemia tanto a nivel global como nacional y los ataques constantes por parte de las fuerzas políticas. 

Esta crisis impacta en distintos niveles a la profesión, desde el tamaño de los medios tradicionales, la capacidad de sostener medios independientes, la potencial desaparición de medios locales y los cambios de formato.

4) Ansiedad informativa

Existe una brecha para conectar con las generaciones más jóvenes, que no se sienten del todo representadas por los comunicadores de siempre y al mismo tiempo están incómodos con la dinámica laboral de ejercer como reportero. Agreguemos la ansiedad que se detona por enterarse de la represión en Colombia, los ataques a Gaza, los índices de criminalidad, etc.

Si nada cambia, esto podemos encontrar en 15 años: muerte a la “nota dura”, viva el marketing informativo

La preocupación por monetizar con mecanismos tradicionales llevará a un escenario en el que se desdibuja del todo la frontera entre editorial y comercial, tanto los medios grandes como los periodistas, que hicieron caso al consejo de tratar de vivir de su marca personal, estarán sometidos a informar en función de las campañas que les fueron contratadas y como audiencia no podrás distinguir entre qué es noticia y qué es marketing perdiendo la poca confianza que quedaba.

En este escenario la sociedad es mucho más manipulable, prefiere evitar las noticias para no caer en ansiedad y hay una caída en el interés por estudiar la profesión. Al final del día si se arriesga la vida por notas que nadie ve ¿cuál es el sentido? La pulverización de contenido, sumado a un exceso de réplicas de “las voces de siempre” son la pieza final en el colapso de la atención y el origen de nichos mucho más cerrados. Poniéndolo en otras palabras: tanto audiencia como periodistas quedamos a merced de la pauta y el algoritmo. Por eso se opta por cualquier opción que nos prometa evitar cuestionar nuestro sesgo, desincentivar la opinión y tratar de informarnos “sin intermediarios”.

¿Qué otros futuros son posibles?

Hay una oportunidad al cambiar el dilema de la monetización por el de las audiencias a largo plazo, con alfabetización en noticias, acompañado por una visión dinámica para cambiar el estudio de la profesión. Es decir: pensar desde hoy cómo conectar con las audiencias del presente – te hablo a tí millennial- y qué se puede hacer para sembrar la semilla de interés en las audiencias del futuro -los temidos centennials-.

Contrario a lo que pensaba cuando era niña en los 80’s, el interés por informarse no nace por generación espontánea, depende de que se construya un hábito y para ello es necesario renovar los lenguajes, mensajes y puntos de conexión para lograr una nueva relación entre la generación Z, sus hermanos menores y los periodistas.

Existe una audiencia menor de 20 años interesada en informarse y para los que hoy el periodismo no es la primera opción, primero está el TikTok de @lawikly, los newsletters en Substack o la cuestionable pero confiable cuenta de Twitter.

El futuro preferible: información confiable a la medida

En este escenario una persona del futuro sabrá que el mundo es complejo y que no siempre es pacífico, estable o tranquilo, pero que pierde más si no sabe qué está pasando. Se informa con quién le explica lo que es relevante para sus intereses, consume principalmente noticias de nicho pero está abierto a distintos enfoques. La búsqueda de la verdad se parece más a lo que se puede comprobar aún cuando pone en duda la creencia. Esto solo es posible porque se desarrollaron mecanismos de alfabetización en noticias. En respuesta, estudiar periodismo va más allá del romanticismo de tratar de ser Hemingway y se parece más a una ingeniería de información.

La información está disponible en la muñeca y cualquier otro dispositivo con pantalla o audio; sin embargo aún cuando hay cobertura en tiempo real, se entiende que nadie va a querer consumir noticias antes de dormir.

Las semillas de este futuro están en Discord, Twitch y el infogaming, también en los resúmenes en un minuto por TikTok. Lo audiovisual se simplifica y los encargados de entregar la información son menos vacas sagradas y más “gente como yo”. El “prime time” deja de existir. 

Los periodistas entienden de programación tanto como de narrativas, de interpretación y análisis de datos, de diseño y sobre todo de negocios. Si bien monetizar no es lo más importante, si es un factor tan relevante como el algoritmo y la creatividad. Es un modelo de negocio cambiante y los profesionales lo saben, por ello se preparan para surfear las olas de cambio.

Las pérdidas y ganancias como consumidores (o no) de noticias

El ojo no entrenado podría pensar que como audiencia el futuro que nos toque no es nuestro problema, al final, ¿qué han hecho por nosotros los periodistas? La respuesta está en el impacto de las noticias falsas en salud pública, que ha alimentado el sentimiento anti vacuna en plena pandemia, los efectos de ocultar información en gobiernos corruptos o autoritarios y los sesgos producidos por la manipulación en redes sociales que no tienen código de ética, línea editorial clara o alguien que se encargue de ser “portero” (gatekeeper) de la información veraz. 

La famosa cámara de eco se volvería más oscura y nosotros mucho menos críticos, manipulados por quien sepa identificar nuestras creencias más profundas. Piensen en el efecto Cambridge Analítica y el Brexit o el genocidio en Ruanda, pero generalizado. 

Cambiar el entorno educativo es clave, otras profesiones están ocupando los espacios de los reporteros, los planes de estudio no están alineados a las fuerzas de cambio y los profesionales que hoy están en las redacciones parecen no estar preparados para los retos del entorno.

El primer paso es entender que las plataformas, los puntos de conexión y el interés alrededor del consumo de información ha cambiado, no volverá más esa época en la que papá leía el periódico durante el desayuno. Informarse es un gusto adquirido aunque el costo de no hacerlo es alto. 

Como audiencias tenemos que educarnos y educar a las siguientes generaciones podemos exigir más allá del click y sobre todo preguntarnos quién gana si caigo en la infodemia y qué criterio vamos a tener si solo nos informamos en el marco de mi sesgo. 

Si la información da forma a nuestro mundo hoy, la desinformación tendría un impacto directo en el mundo que ayudaremos a construir con acciones u omisiones. Puede que la verdad peque e incomode, solo conociendo la incomodidad se puede cambiar el mañana. 


  • TEXTO: Mercedes Baltazar

Fecha de Publicación:
Viernes 21/01 2022