UN FORMATO EDUCATIVO CASI EXTINTO QUE RESUENA CON LOS TIEMPOS ACTUALES

Cuando era niño, mis padres nos ponían (a mis hermanos y a mí) una película inglesa de su infancia (es de 1971) llamada “Aventuras de una bruja”, una y otra vez. La premisa era simple: una mujer solitaria tomaba un curso por correspondencia de brujería que impartía un farsante pero, por coincidencia, los hechizos sí le funcionaban a ella. Desde entonces se me quedó grabada la idea de los cursos por correspondencia como parte de una realidad ya inexistente, donde los trabajadores pobres soñaban con poder estudiar electricidad o mecánica o plomería, y así convertirse en sus propios jefes (y siendo sinceros, ¿quién no sueña con eso?). Eso, hasta que encontré esta nota sobre Hemphill Schools, según la nota la última escuela por correspondencia en el país.

Origen

Los cursos por correspondencia iniciaron a finales del siglo XIX en la Universidad de Lund (Suecia), seguida por la Universidad de Chicago en 1892 y perfeccionada por Isaac Pitman, estableciendo la base rudimentaria de toda la educación a distancia que se practica hoy en día (incluidas, desde luego, las clases por zoom), y expandiéndose exponencialmente alrededor del mundo: eran más baratos y con un acceso potencialmente universal. Los MOOC del siglo XX. Estos cursos se iniciaron por la necesidad de impartir enseñanza a alumnos en lugares aislados, en donde se complicaría la asistencia formal, o en donde era imposible construir un colegio. En un principio se ofrecieron al nivel de primaria y secundaria, pero también alcanzaron el nivel universitario.

Dato curioso: una de las universidades de educación por correspondencia más antiguas fue el Instituto Federal de Capacitación del Magisterio de México, fundado en el México posrevolucionario y considerado la escuela Normal más grande del mundo, con más de 90.000 profesores de educación primaria (en servicio) que carecían del título para ejercer la docencia, y tomaban su curso en los momentos en que no impartían sus clases. Los cursos por correspondencia fueron la base, literalmente, del sistema educativo del país.

Oferta

Sin embargo, las escuelas por correspondencia fueron casi siempre marginales, destinadas a satisfacer un nicho de personas trabajadoras, de poco tiempo y recursos, pero muchas ambiciones. Estuvieron en boga, por así decirlo, sobre todo en Estados Unidos e Inglaterra, pero llegaron a México en los años 40 y se mantuvieron muy activas hasta la llegada del Internet, anunciándose en las revistas de moda y en el Reader’s Digest. Junto con las escuelas prestigiosas aparecieron todas las demás, y se popularizaron los cursos más variopintos. Modern Schools, por ejemplo, tenía un curso de detectivismo (esto es, para ser detective privado), que al parecer fue bastante socorrido en su tiempo, hasta que desapareció en el año 2000, con lo que quedaba del siglo XX. Esa escuela tenía cursos de magia e ilusionismo, hipnotismo, parapsicología, físicoculturismo, defensa personal, dibujo, corte y confección, y un larguísimo etcétera.

Hemphill Schools fue fundada en Vancouver, Canadá, en 1920 como una escuela de mecánica diésel. En 1924 se enfocó en la población latina de Los Ángeles, California, y en 1944 cambió su método al de educación por correspondencia. Desde entonces se expandió por toda Latinoamérica. En 1995, cuando apenas algunos avezados comenzaban a tener correo electrónico gracias a la UNAM (en tiempos en los que se llamaba por teléfono para confirmar si llegaba el correo; hotmail iniciaría hasta 1996), la escuela inició paralelamente sus cursos por Internet. Siempre en la punta de lanza.

Formato

Los cursos por Internet (de esta y de muchas otras escuelas) siguen el mismo patrón de los cursos por correspondencia: la escuela envía por correo (postal o electrónico) el material necesario y las tareas para que sean realizadas “en los tiempos que más les acomode a sus alumnos”; estos las realizan y las mandan de vuelta por correo; el maestro(a) revisa las tareas, y las regresa calificadas y comentadas, junto con la siguiente lección, y así sucesivamente, hasta que termine el curso. Por su flexibilidad, pueden durar desde unos meses hasta varios años, y no era raro el caso de alumnos que comenzaban y no terminaban nunca.

Para los amantes de lo retro, se puede encontrar todo el material de enseñanza en Mercado Libre (sin el beneficio de los maestros, claro está): desde tomos de reparación de televisión a color, hasta un disco de vinilo de su curso de inglés. Un grupo de exalumnos (orgullosos, en su mayoría) incluso creó una fanpage con el material de una gran cantidad de cursos, provenientes de varias escuelas.

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En la película que yo veía de niño, la bruja se teletransporta (en su cama, para mayor comodidad) a la dirección otorgada por su maestro para exigirle la última lección que dejó inconclusa, y se encuentra con una dirección inexistente. Hemphill Schools registra su dirección en Insurgentes centro #132, despacho 312 (casi esquina con la prolongación de Artículo 123, para quien le apasionen las coincidencias). En el edificio no existe ese número de oficina: es como si se hubiera desvanecido en el aire. Los administradores de la fanpage me confirmaron mis dudas: Hemphill Schools murió en el 2012, meses después de que la nota de Crónica fuera escrita, y no sin sostener una larguísima lucha por sobrevivir en nuestros tiempos.

Su página web sigue activa (¿pagarán todavía por el dominio?), como tantos fantasmas que sobreviven en el limbo electrónico desde de la infancia del Internet. La página en sí es una oda a la estética de los 90s, cuando la red era un país libre en donde todo era posible y no se necesitaba de un diseñador para lograrlo. Así se promociona todavía, como un grito de esperanza:

La educación a distancia es el camino más efectivo y rápido para alcanzar la especialización e impulsar el progreso personal (…) abierta a personas de cualquier edad, deseosas de progresar sin las limitantes de tiempo y desplazamiento que tanto afectan los compromisos de trabajo o familiares que enfrenta el hombre y la mujer profesional de hoy.

El que sí se actualizó fue el Instituto Maurer, otra escuela por correspondencia: sus cursos ahora incluyen ofimática, la Suite Adobe y programación en JavaScript, además de los siempre solicitados cursos de mecánica, electricidad o plomería. Tristemente, abandonaron la modalidad por correspondencia postal, ateniéndose a la correspondencia electrónica. Lo mismo, pero más moderno.

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Las escuelas por correspondencia fueron desapareciendo una a una, conforme se modernizó nuestro país. Les sobreviven algunos institutos esotéricos, como la Fraternidad Rosacruz –que todavía ofrece cursos por correspondencia de astrología y cristianismo esotérico-, algunas escuelas religiosas, y otras extranjeras. Curiosamente, en estos tiempos se está experimentando un revival de la modalidad de correspondencia en España, que se ofrece como una alternativa “más completa y cómoda”, pudiendo resolver sus dudas “mediante fax, carta, e-mail por los diferentes tutores”. ¿Pero quién utiliza fax en estos días?


  • TEXTO: Pablo Valdés

Fecha de Publicación:
Jueves 3/12 2020