¿EL MAQUILLAJE PARA REPLANTEAR NUESTRA NOCIÓN DE BELLEZA?

El maquillaje es, sin duda, uno de los medios de expresión artística que ha cobrado más fuerza en los últimos años; particularmente durante el inicio la pandemia en 2020.  Muchas personas se animaron a explorar, experimentar, probar colores, texturas y looks de todo tipo.

Esto se aunó al hecho que varias marcas de maquillaje respondieron al llamado de sus consumidores para expandir la disponibilidad de tonalidades para base y corrector; ya que convencionalmente existían unas 10 o 15 opciones que solían ser para pieles muy claras.

En este sentido, Fenty Beauty de Rihanna llegó a revolucionar el mercado tras presentar 50 colores diferentes; en  particular se le reconoció el hecho de ofrecer una gama amplia para pieles oscuras, no  sólo una base o dos. Por lo que, es necesario discutir cuáles son las ventajas y desventajas de ser incluídxs en la industria de la belleza. Y qué supone esto para entendernos a nosotrxs mismxs y la forma en la que nos expresamos a través del maquillaje. 

En primer lugar, hay que pensar en el hecho que los estándares de belleza imperantes están basados en la gordofobia, el racismo, capacitismo, edadismo y colonialismo. Es decir, lo que los medios de comunicación nos dicen que es “bello”; suele  estar construido a partir de estas formas de opresión, deshumanizan a quienes no  cumplen con los parámetros hegemónicos impuestos.

Esto, en un contexto capitalista, significa que nos venden productos para corregir cada mínima “imperfección”;  imperfecciones inventadas cada año para encontrar una forma de vendernos otra técnica, otra rutina, otro químico milagroso que ahora sí nos hará ver bellxs. Sin importar lo que hagamos, siempre habrá un detalle nuevo por corregir y una tendencia a seguir que cambia por completo lo que hacíamos hasta entonces.

La trampa de las tendencias

La reportera de belleza Jessica DeFino dedica buena parte a escribir acerca de estas trampas de la industria; utiliza algo tan sencillo como la tendencia de los últimos 6 o 7 meses de tener las cejas perfectamente pobladas y delineadas. Sólo para cambiar drásticamente la tendencia este año, obligan a quienes la siguen a tirar toda la gama de productos utilizados para reemplazarlos por otros que hagan exactamente lo opuesto a lo que solían desear. El problema de los discursos hegemónicos sobre la belleza es que nos enseñan que la forma en la que nos vemos no es suficiente; y que para vernos mínimamente decentes debemos gastar una  fortuna en toda clase de productos y tratamientos.

Luego entonces, es increíble tener una base de tu tono de piel, a menos que sientas que no puedes salir de tu casa sin  usar maquillaje porque te vas a ver “mal”. Estos actos de coerción y presión social por asimilarse a los estándares de belleza son definidos por Esther Pineda como violencia estética; que ella define de manera detallada como “el conjunto de narrativas, representaciones, prácticas e instituciones que ejercen una presión perjudicial. Además de formas de discriminación sobre las mujeres para obligarlas a responder al canon de belleza imperante, así como el impacto que este tiene en sus vidas”.

La imposición hegemónica de la belleza y el maquillaje

Ahora bien, esto tampoco significa que sea malo que las personas utilicemos maquillaje para cultivar nuestra belleza física (lo que sea que eso  signifique); y vale la pena reflexionar sobre los usos y sentidos que podemos dar a la  forma en la que decoramos nuestros cuerpos. Así como los estándares de belleza hegemónicos están construidos sobre los sistemas de opresión que nos afectan. También es cierto que antes de la colonización, cada sociedad tenía formas muy  distintas de medir y entender la belleza; con tamaños diversos de cuerpos, tonos de  piel, peinados, adornos y maquillaje; que la belleza en sí misma no es realmente el problema.

Para personas a las que la sociedad retrata como “feas”, el adornar, maquillar y adorar el cuerpo propio afirmándolo como algo bello también es un acto de resistencia. Asimismo, el maquillaje puede utilizarse como un medio de expresión no convencional; no necesariamente para cumplir con los estándares de belleza, sino para desafiarlos a través del uso de técnicas, colores y texturas. Expresar la noción de belleza que tiene la persona que lo utiliza. En la vida cotidiana también existen la necesidad de acceder a productos que no sean para una parte muy pequeña de la población; algo tan sencillo como bloqueador solar que no deje la cara con una capa blancuzca tras aplicarse.

El autocuidado puede verse de muchas maneras, y el dedicar tiempo para hacernos sentir bien y a gusto con la forma en la que nos vemos es un proceso complejo que está atravesado por la violencia vivida y la  voluntad de celebrarnos a pesar de ella. En este sentido, hay que pensar la deconstrucción y modificación de lo que entendemos como belleza como un esfuerzo colectivo, que no se sanará con un “quiérete más” o frases motivaciones por el estilo. 

Requiere sanar siglos de violencia colonial que han modificado nuestros cuerpos a la fuerza; volviéndonos objetos mientras que de manera simultánea nos niegan el amor propio bajo el argumento de la “fealdad”. Independiente al hecho que yo me quiera a mí misma o no, existe violencia estructural a la que me enfrentaré si no cumplo con ciertos estándares. Muchos enmarcados dentro de la noción violenta de lo “profesional”, por ejemplo. Y destruir esta violencia es un proceso largo y arduo que no puede llevarse a cabo únicamente desde una perspectiva individual.

De esta manera,  repensar la relación con nuestra propia belleza debe mediarse a través de la conciencia de la violencia sistémica y cómo ha influido en nuestras experiencias. Sin pensar que esto significa que tenemos prohibido acercarnos al maquillaje.

El camino de cada quién reside en la manera en la que negociamos la violencia de la imposición con nuestro propio entendimiento de lo bello y el autocuidado. ¿Qué prácticas de belleza me hacen sentir bien? ¿Cuáles son producto de presión de las personas a mi alrededor? ¿Qué inseguridades son el resultado de lo que vi en la televisión durante la  infancia? Y finalmente, ¿Qué es la belleza para mí? ¿Cómo puedo expresarla de la  manera más auténtica? ¿Qué prácticas me hacen sentir bien con mi cuerpo y el  espacio que ocupo en el mundo?


  • FOTOS: Cortesía

  • TEXTO: Jumko Ogata

Fecha de Publicación:
Miércoles 21/12 2022