Diseñar o — diseñar—, esa es la cuestión

Cada vez más nos vamos encontrando con otras formas de diseñar, alternativas que son menos trendy, pero más relevantes. Posibilidades del diseño y la creatividad que no son simplemente una forma de perfumar la mierda. Estos nuevos caminos son los que hoy conocemos como diseños del sur, o diseños otros, haciendo referencia a los Sures Globales¹.

En diseño, por definición, nadie empieza su camino en el sur, pues la escuela predominante es europea; y el diseño, como hijo de la revolución industrial, está al servicio del mercado y del capitalismo. Entonces, llegar a ramas alternativas del diseño implica un recorrido. Este camino puede empezar con un llamado de la conciencia, de saber en el fondo que algo está mal en nuestra profesión al servicio del consumismo.

Muchas de las personas que han llegado a nuestros talleres en CiCLo, nos han compartido que llegan después de un burnout, o saturadas de ambientes de trabajo sumamente tóxicos, tan normalizados en las agencias de publicidad. Así que descubrir temas como diseño y naturaleza, diseño y afectos o diseño para el cambio social abre una luz al final del túnel para muchxs de nosotrxs.

Cuando no nos sentimos realizados en nuestras carreras creativas, es un llamado de auxilio del alma. Encontrar otras posibilidades más allá del mainstream es un alimento para el alma creativa: algo sucede en nuestro interior cuando nuestra creatividad se pone al servicio de la vida, de saber que otros mundos son posibles. 

Sin embargo, quienes nos hemos aventurado en las trochas de los diseños de los sures, aquellos caminos alejados de las grandes autopistas del mainstream, nos hemos sentido perdidos, recorriendo caminos donde nos atascamos lejos de la “civilización” y nos preguntamos si realmente valió la pena salir de la comodidad de las avenidas, aquellas donde el peaje que se paga es, precisamente, un poco de nuestra alma.

La mejor forma de quejarse es hacer.

James Murphy.

Así nos hemos sentido también este año en CiCLo, una gran aventura en la que Materia Oscura y tallerista decidimos criticar haciendo, como dice también Tina Roth-Eisenberg: “para que algo que nos incomoda no nos carcoma, debemos elegir entre dejarlo ser, o hacer algo al respecto”. Criticar haciendo es pasar del “eso puede hacerse mejor” al “vamos a hacerlo mejor”.

Al emprender el camino del hacer, creo que una de las primeras cosas que ocurre es que empezamos a respetar más a aquellos que se lanzan, a quienes van detrás de sus convicciones arriesgándolo todo, incluso su seguridad económica.

También nos damos cuenta que no existen soluciones perfectas, y que cualquier paso que se aleje de reproducir el modelo dominante actual, ya es un paso en la dirección correcta. Cobra más sentido el adagio popular mejor terminado que perfecto.

Además, aunque es común sentirnos solos en algunos tramos del camino, es una soledad diferente: es una soledad de búsqueda y también de autoconocimiento, pues la soledad del capitalismo es aquella de sentirse aislado aún rodeado de gente.

Esto nos lleva a darnos cuenta precisamente que no estamos inventando nada, que estos caminos, aunque no estén pavimentados, ya han sido recorridos antes por otros. Cada generación cree que inventó la rueda, pero a medida que nos vamos tierra adentro nos vamos volviendo más conscientes de que somos efecto, además de causa. Somos fruto de una semilla que no sembramos nosotros, pero también estamos sembrando nuevas semillas.

¿Cómo así, ustedes comen?

Uno de los principales retos que encontramos cuando nos decidimos a explorar otras posibilidades de los diseños, es el de la sostenibilidad económica. También es uno de los más difíciles de sobrellevar porque muchas veces nos obliga a elegir entre la estabilidad financiera o hacer lo que verdaderamente nos llena. 

La inequidad de ingresos es uno de los principales marcadores de riesgo de depresión y ansiedad en este bello mundo capitalista: entramos en un malabarismo en el cual debemos sostener nuestra economía, nuestra salud mental, y nuestro quehacer creativo.

Esto nos ha llevado a una montaña rusa de emociones durante todo este proceso en el que finalmente nos hemos dado cuenta también que todo grano de arena por otros mundos posibles vale la pena. Debemos hablar de dinero, y que estas comunidades crezcan y nos permitan vivir dignamente sin venderle el alma al diablo.

Vamos a diseñar

No solo lxs diseñadores de profesión y no solo el diseño profesional diseña. Por eso hablamos de diseño, como lo nombró Valentina Alcalde Gómez en su entrevista a Alfredo Gutiérrez Borrero.

Diseñamos no para el mundo occidental (el único mundo que nos dijeron que era posible), sino para las posibilidades otras, los pluriversos. Nos cansamos de diseñar para el mundo que nos tocó, ahora diseñamos para los mundos que queremos tener.

Mientras más el mercado nos venda el individualismo, más fuertes deben ser nuestras redes. Este camino nos ha enseñado mucho sobre las simbiosis, sobre la interdependencia, de sabernos como parte de una gran red, mucho más grande que nosotros. 

Para tener un impacto real en el mundo, no podemos quedarnos hablando entre nosotrxs, debemos contagiar a lxs que están afuera. No podemos ser una caja de resonancia que se quede en la academia y espacios alternativos, tenemos el reto de unirnos cada vez más, de crecer cada vez más, y como el micelio, ser una red invisible que permee la sociedad como un todo.

Somos semillas, y como nos dijo Alfredo Gutiérrez al finalizar nuestra intervención en la Escuela Internacional de Diseño y Creación, tenemos que seguirlas regando; para cosechar hace falta más que sembrar, hay que regar, y regar, y regar.

Nuestra invitación desde CiCLo, Materia Oscura y tallerista, es a seguir rizomando, a conectarnos y crear cada vez más y mejores espacios de encuentro para que la semilla de los diseños otros se convierta en una gran selva. Las revoluciones no suceden de la noche a la mañana, y estamos gestando una revolución.

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¹Carl Oglesby.

P.D. Todos los talleres de CiCLo están disponibles por siempre y para siempre, puedes verlos aquí.